Tres generaciones hablan sobre la menstruación

Alma (16), Ester (51) y María (73), nos cuentan sus experiencias en torno a la menstruación y cómo ellas la vivieron cada una en generaciones diferentes. Nos hablan sobre mitos, verdades y prácticas en torno al tema.

Alma vive en el departamento de Caaguazú, con sus abuelos, tía y dos primos pequeños. Se crió con su tía Ester, hermana de su mamá, ya que la misma tuvo que emigrar por trabajo cuando Alma tan solo tenía 1 año de edad. Para Ester, Alma es una hija más. 

Alma cuenta que su menstruación llegó a los 12 años, y que si bien su tía y abuela siempre le hablaron de los cambios que su cuerpo iba a tener, ella sentía que no estaba preparada, se sentía muy pequeña y también tenía vergüenza para hablar del tema. “Tuve vergüenza de contarle a mi abuela. Le conté a mi tía primero porque sentí que ella me iba a comprender más. Después ella me hizo el favor de contarle a mi abuela, y había sido que a ella no le molestaba, porque era algo normal pues.”  

“Cuando yo era chiquita ya tenía conocimiento porque tenía primas más grandes que yo y eso me ayudó a ser más despierta. También mi tía me hablaba, siempre fuimos una familia que hablaba sobre el tema, para que nadie nos diga algo que no es, ellas ya nos aclaraban todo.” menciona. 

Vergüenza, estigma y falta de productos básicos

Si bien para ella ya es un proceso normal de todos los meses, aún no se siente del todo cómoda. “Hasta ahora se siente incómodo. Cuando tenía mi periodo no hacía lo que hacía normalmente, porque, por ejemplo, no quería correr por si se pasaba o algo, o sea, sentía vergüenza también. O de repente me bajaba de sorpresa en el colegio o algo así y sentía vergüenza.” 

En el colegio poco se habla sobre la menstruación, sigue siendo un secreto a voces. En quinto o sexto grado se habla un poco sobre el tema pero no es profundizado. Tampoco se cuenta con productos de higiene menstrual en caso de que las alumnas necesiten, muchas veces ni siquiera cuentan con papel higiénico. En caso de que alguna alumna tenga su periodo de forma imprevista, debe recurrir a alguna compañera o profesora que pueda tener una toallita para dar.  

Las alumnas van preparadas al colegio, siempre una tiene alguna toallita de emergencia, pero es guardada y custodiada fuertemente para que los compañeros varones no saquen de la mochila y sea motivo de burla, situación que sucede con regularidad. “Y eso es lo que pasa que a veces no llevamos porque… por eso. Porque tenemos vergüenza de que se vea o algo.” “Muchas veces ni papel higiénico tiene el colegio para ir a pedir” dice Alma. 

“Muchas veces ni papel higiénico tiene el colegio para ir a pedir”

Alma (16)

Mitos y prácticas culturales

La realidad de Alma fue muy diferente a la de su abuela, María, quien nunca recibió ningún tipo de información al respecto, sus padres nunca le hablaron del tema y cuando tuvo su primera menstruación acudió a una de sus hermanas mayores para saber qué hacer. Antes, comenta María, la menstruación era llevada en secreto, ni en la casa ni en la escuela hablaban sobre el tema. “Ndemondýi, porque ore sy noñe’êi orendive, ndohechaukái oréve mba’eve”. Dice Maria en guaraní. (Nos asustaba porque nuestra mamá no nos hablaba sobre ese tema, ni nos mostraba nada).  

En Paraguay, las prácticas culturales respecto a la menstruación, aunque aún siguen presentes en muchas familias, anteriormente eran aún más acentuadas, como por ejemplo, las niñas y adolescentes no podían lavarse la cabeza, comer sandía, trabajar en los cultivos o bañarse en arroyos mientras menstruaban. Los motivos de estas prohibiciones no están muy claros, algunos creen que es porque las capacidades de las mujeres disminuyen en esa época, otros refieren a que es una época en que las mujeres deben descansar, como una forma de ofrenda hacia ellas. Lo cierto es que cualesquiera sean los motivos, son prácticas llevadas por muchas familias de zonas rurales hasta hoy en día. 

La variedad de productos de higiene menstrual también era limitada, solo contaban con toallas que ajustaban al tamaño de la ropa interior y debían ser lavadas incluso varias veces al día. “Che sy ojapó cheve máquina-pe che toallita de tela, ojeplanchava’erã ojeporu mboyve, he´i cheve” (Mi mamá me preparó una toallita higiénica de tela en la máquina de coser. Me dijo que se tenía que planchar antes de usar). 

 

«Mi mamá me preparó una toallita higiénica de tela en la máquina de coser»

María (73)

A pesar de no haber sido educada en torno a la gestión menstrual, María se prometió que no iba a pasar lo mismo con sus hijas y nietas, por eso, siempre tuvo conversaciones abiertas con ellas para que se sientan cómodas y confiadas en contarle a ella sobre todos los cambios que puedan pasar. “Añe’ê che nieta ndive, oî haguã preparada ko momento-pe guarã, ani haguã oñomi oréve, roipytyvõtaha chupe». (Le hablé a mi nieta para que esté preparada para este momento, que no lo oculte de nosotras, que le ayudaríamos en todo).  

Educar a las nuevas generaciones

Es por eso que Ester, tía que crió a Alma, siempre le habló muy de cerca. “Yo nunca la vi a ella como una sobrina, para mi ella es mi hija”.  

Comenta que su mamá siempre fue muy abierta con ella. Cuando tuvo su primera menstruación a los 14 años se sintió apoyada por ella y sus hermanas, a pesar de que solo le bajó una vez y luego de un año recién volvió a menstruar. Las prácticas que fueron aplicadas para su mamá, ya no fueron aplicadas a ella.  

Tanto como la generación de su mamá y su sobrina, a ella tampoco le enseñaron sobre menstruación en la escuela ni colegio. “Tanto a mis sobrinas como a mis hijos varones yo les hablo del tema, para que siempre estén informados”, menciona Ester. 

Para Alma, si la menstruación deja de ser un tabú y es abiertamente hablado en las casas y enseñado en el colegio, tanto a niñas como a niños, las niñas ya no sentirían vergüenza cuando les baje el periodo, ya no sería un motivo de burla por parte de sus pares varones y pasaría a ser algo normal. “Me gustaría decirles a todas las niñas de que es algo normal tener la menstruación, que es un proceso que tenemos todas las niñas para pasar a ser adolescentes, que es algo normal en el desarrollo del cuerpo humano.” finaliza. 

«Es un proceso que tenemos todas las niñas para pasar a ser adolescentes, es algo normal en el desarrollo del cuerpo humano»

Alma (16)

Contexto en Paraguay

En Paraguay, en el año 2022, se aprobó una ley que tiene por objeto garantizar como derecho, el acceso de manera progresiva, equitativa y gratuita a los productos de gestión menstrual; y a la capacitación en torno al ciclo menstrual para las niñas, adolescentes y mujeres entre la menarquía y el climaterio, priorizando aquellas que se encuentren en situación de vulnerabilidad socioeconómica.  

A pesar de esta ley, a la fecha no se cuenta con un decreto reglamentario que establezca los procedimientos para llevar esto a cabo, o determinar la fuente de financiación de la misma.  

Sin que esto suceda, miles de escuelas y colegios en el país, así como centros públicos de salud, seguirán sin contar con elementos básicos de higiene menstrual y no podrán brindar una correcta educación y capacitación sobre el tema. 

Desde Plan International, a través del apoyo a iniciativas como el “Club de Adolescentes”, llevados adelante localmente en las comunidades, en alianza con las unidades de salud familiar del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social; se busca mejorar el acceso a la información, educación y servicios integrales de la salud de niñas, adolescentes y jóvenes. Asimismo, el fortalecimiento de consultorios de atención a la salud adolescente, conocidos como los consultorios amigables del Ministerio de Salud, contribuye a que niñas, niños y adolescentes cuenten con espacios seguros y especializados de consulta, de manera que puedan recibir orientación oportuna y de calidad para tomar decisiones informadas sobre su bienestar y futuro. 

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