La realidad del Embarazo Adolescente en Paraguay

Patricia es una madre de 32 años que vive en Caaguazú, departamento ubicado al centro de Paraguay. Considera a su hija de 16 años aun una niña, pero recuerda que ella tenía exactamente esa edad cuando quedó embarazada. En Paraguay, cada hora, dos adolescentes de 15 a 19 años dan a luz.

Patricia fue madre adolescente, ahora con 32.
Patricia con su hija de 16 años.

“Yo tenía miedo de embarazarme. Él me decía que no iba a pasar nada y yo no sabía que había tratamientos ni sabía cómo cuidarme. A los 2 meses que empezamos a tener relaciones me di cuenta de que ya estaba embarazada”, menciona.

Patricia fue criada en un entorno social en el cual la educación sexual era inexistente, con falta de conocimiento sobre la planificación familiar, sistemas de control pre natal y limitaciones de métodos anticonceptivos. Ella tuvo que enfrentar la maternidad en la adolescencia, una etapa de la vida en la que las personas de acuerdo a su desarrollo cognitivo aún están forjando su identidad.

Siendo aún adolescente y faltando un par de años para llegar a la mayoría de edad, Patricia tuvo que dejar de lado sus estudios y enfrentar la maternidad, “Yo tenía vergüenza porque nadie de mi escuela estaba embarazada, entonces dejé de estudiar”.

«A los 2 meses que empezamos a tener relaciones me di cuenta de que ya estaba embarazada«

Patricia

Se separó del padre de su hija debido a un trato abusivo y cuando la niña tenía menos de dos años, Patricia se vio obligada a emigrar a Brasil en busca de mejores oportunidades laborales para apoyar a su familia. La decisión de dejar a la niña bajo el cuidado de sus abuelos y tíos, llenó a Patricia de dolor y cada que volvía de visita, las despedidas eran emocionalmente demasiado fuertes tanto para ella como para su hija.

Casi dos años después, regresó a Paraguay y pudo criar a su hija. Retomó sus estudios y cursó la carrera de fisioterapia aprovechando el apoyo que sus hermanos le brindaron para la manutención de la niña.

Educación como clave del cambio

Ahora tiene claro que no quiere que su hija y ninguna otra niña o adolescente pase por lo mismo. Hoy es una referente para las niñas que acuden a ella para hablar sobre problemas que muchas veces no pueden compartir con sus propias familias. “Las amigas de mi hija acuden a mí cuando tienen dudas y yo trato de aconsejarlas”. Pati está convencida de que quiere cortar con el ciclo normalizado de las madres prematuras, ya que cuenta como antecedente familiar que su mamá también fue madre cuando todavía era adolescente y ve como razón principal la casi nula educación sexual que tuvo tanto su generación como la que le precede.

“Yo tenía vergüenza porque nadie de mi escuela estaba embarazada, entonces dejé de estudiar”

Patricia

Ella reconoce el valioso papel de organizaciones como Plan International en la capacitación y empoderamiento de las jóvenes. En comunidades rurales como las de ella, ahora se brinda información y herramientas para que las adolescentes tomen decisiones informadas y eviten situaciones similares a las que ella enfrentó.

Además, su hija Marcela se ha convertido en una activa participante del movimiento “Niñas con Igualdad”, que promueve en las adolescentes la participación activa, crítica e igualitaria en la vida política, social y cultural para la promoción de sus derechos.

“Mi plan es que ella estudie traumatología y que podamos trabajar juntas, pero yo sé que ella va a estudiar lo que a ella le guste y yo le voy a apoyar totalmente y con todos los recursos que tenga”

*los nombres de los protagonistas de esta historia han sido cambiados para preservar su identidad, así como también fue omitido o cambiado cualquier dato que pueda permitir la revelación de su ubicación exacta.

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