alerta Plan International: la ansiendad en la pandemia
Nueve de cada diez niñas sufren ansiedad debido a la pandemia.
15 diciembre 2022<strong>(Panamá) </strong>Según el nuevo estudio de la organización Plan International, <a href="https://plan-international.org/sites/default/files/vidas_detenidas_-covid19-vidas_detenidas_070920_vf2.pdf">“Vidas interrumpidas: el impacto de la COVID-19 en las niñas y las jóvenes”</a>, que recoge experiencias de más de 7.000 niñas y adolescentes de 14 países: <strong>9 de cada 10 niñas en todo el mundo confiesan tener un nivel alto o medio de ansiedad como consecuencia de la pandemia de la COVID-19</strong>.
Entre todas las participantes, las niñas y jóvenes de España y de la India son las que más consideran que las medidas para frenar el contagio del virus han supuesto un “gran cambio” en sus vidas. Por el contrario, las chicas de Nicaragua son quienes afirman haber tenido menos cambios en sus vidas: el 21% no reporta “ningún” cambio, y el 23% un cambio “leve”. Los temores más frecuentes entre las encuestadas, que tienen entre 15 y 19 años, son el bienestar de sus familias, que preocupa a un 40% de las niñas, así como su propia salud, una cuestión que inquieta a un 33% de las participantes. En Europa, este es el principal temor, seguido de la incertidumbre sobre la escolarización y cómo afectaría a su aprendizaje y planes futuros.
La investigación, que se ha llevado a cabo en Estados Unidos, Brasil, Ecuador, Nicaragua, España, Francia, India, Australia, Vietnam, Zambia, Etiopía, Ghana, Egipto y Mozambique, refleja que existe una correlación entre el grado de ansiedad de las chicas y su nivel socioeconómico ya que, cuanto más bajo es este, mayores son los niveles de ansiedad de las niñas y adolescentes. En este sentido, casi un tercio de las niñas, el 26%, se muestran preocupadas por la pérdida de los ingresos familiares.
El informe evidencia los desafíos y las preocupaciones que están teniendo las niñas y adolescentes debido a la pandemia en los distintos ámbitos de sus vidas, desde su educación hasta su capacidad para independizarse y socializar. La “peor” consecuencia de la pandemia, según el 62% de las niñas y adolescentes, es no haber podido ir a la escuela, mientras que un 58% señala que no haber podido socializar y no salir de casa “de forma normal” también han sido consecuencias negativas.
Respecto a su situación económica, la mayoría de las encuestadas no cuenta con ingresos propios: el 31% están desempleadas y no tiene ninguna fuente de ingreso, mientras que el 37% recibe la ayuda económica de algún familiar, aunque no genera ingresos por su cuenta. De las 7.000 entrevistadas, solo 910, es decir, el 13%, han accedido a algún tipo de ayuda: subvenciones gubernamentales, becas escolares o apoyo de amigos y/o familiares que no viven en el mismo hogar.
La tecnología no solo está siendo fundamental para acceder a la información y continuar con la educación, sino que, durante los confinamientos, ha sido el medio principal para mantenerse en contacto con el resto de las personas. Sin embargo, un 12% de las encuestadas en África afirman no tener internet.
Por otro lado, las niñas y adolescentes que han contado con dispositivos y conexión a Internet durante el confinamiento han aumentado el uso de las redes sociales y las plataformas de comunicación online, lo que les ha expuesto en mayor medida a diferentes riesgos en el entorno digital. El 74% de las chicas afirman que ha aumentado el uso de las redes sociales, siendo este incremento mayor en la región de Asia y Pacífico (89%) y América Latina y el Caribe, con un 86%.
Mirando al futuro, creen que la pandemia reducirá sus oportunidades laborales (el 33%), afectará a sus ingresos (el 25%) o les obligará a abandonar su educación (19%). No obstante, el 29% cree que la pandemia es “una oportunidad para crear un mundo mejor”.
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Plan International hace un llamamiento a los líderes mundiales, nacionales, regionales y a todos los agentes implicados a que garanticen que los planes, medidas e intervenciones de respuesta a la COVID-19 sean equitativas y tengan en cuenta los desafíos específicos a los que se enfrentan las niñas y adolescentes por razón de edad y género.
La organización insta a que todas las respuestas contemplen medidas para no dar ni un paso atrás en igualdad de género, asegurando que la ayuda llegue a las comunidades y grupos más vulnerables, especialmente a las niñas y las jóvenes. En este sentido, Plan International recomienda que se promueva y asegure la participación de las comunidades en la toma de decisiones frente a la crisis de la COVID-19 para que sus necesidades y derechos, especialmente de los grupos más excluidos, como los refugiados y los migrantes, no sean ignorados.
Por otro lado, pide a las autoridades nacionales que aseguren que las familias vulnerables tengan sus necesidades básicas cubiertas, incluyendo la alimentación y el acceso a medicamentos, ampliando los servicios ya existentes, la ayuda humanitaria y trabajando en conjunto con organizaciones de ayuda internacional para que las ayudas lleguen a quienes más lo necesitan, sobre todo a los países con sistemas económicos débiles, que atraviesan inseguridad alimentaria, crisis humanitarias o que tienen sistemas de salud frágiles, entre otras cuestiones.
Plan International también apunta a la necesidad de tomar medidas para proteger a la infancia y adolescencia, especialmente a las niñas, frente a la violencia. Para ello, deben existir mecanismos eficaces de denuncia, así como espacios seguros para las niñas y jóvenes en riesgo.
En el ámbito educativo, Plan International considera imprescindible priorizar la educación presencial y, en el caso de que no sea posible, asegurar que sea accesible para todos los estudiantes. Además, solicita que el regreso a las aulas se haga teniendo en cuenta las necesidades específicas de las niñas y las adolescentes y teniendo siempre en cuenta sus opiniones. Por otro lado, Plan International señala la importancia de paliar la brecha digital de dispositivos, conectividad y competencias, garantizando la distribución de dispositivos electrónicos, conexión a internet y medidas telemáticas en los hogares con menos recursos, así como la formación en competencias digitales de docentes, familias y alumnado, que incluyan también formación sobre seguridad online, para conocer los riesgos y mecanismos de detección y reporte de formas de acoso y violencia en el entorno digital.