Miranda*, mujer K’iche con una historia de resiliencia
*Miranda es un nombre ficticio.
Miranda creció en una comunidad de Quiché, rodeada de juegos y afecto familiar. “Me gustaba jugar en el patio, siempre reíamos juntas”, recuerda los días que compartía risas con sus hermanas y primas.
Desde muy pequeña soñaba con seguir estudiando y convertirse en profesional. Logró terminar sexto primaria, pero después ya no pudo continuar porque la situación económica en su familia no lo permitió. “Quería seguir estudiando, pero ya no había cómo”, explica.
Miranda, comenta que “es costumbre, es normal que una mujer… se case a muy temprana edad porque es lo mejor para nosotras las mujeres. Es lo que todos dicen allí en la aldea. Es como una costumbre.”
Cuando ella tenía 12 años, empezó a recibir comentarios de personas cercanas y de su comunidad que le decían: “Es bueno casarse, para que tiene quien la cuide, para formar un hogar”. Según Miranda, las niñas de 11 a 12 años escuchaban los mismos comentarios y en la actualidad sigue siendo igual.
Miranda, comenta que no sabía nada acerca del noviazgo. Ella era muy pequeña para saber de qué se trababa. “él me empezó a hablar cuando yo tenía como 12 o 13 años. Y entonces hasta que él me pidió que fuera su novia. Él era mayor que yo.”
En ese ambiente, Miranda contrajo matrimonio. “Yo tenía 14 y él 22… Al saber la intención de él, yo me sentí fatal, le perdí sentido a mi vida”, cuenta con honestidad. Su unión fue posible porque ocurrió antes de la reforma al Código Civil de Guatemala mediante el Decreto 8-2015, que fijó en 18 años la edad mínima para casarse. Antes de esa modificación, la ley permitía el matrimonio de niñas desde los 14 años bajo ciertas condiciones.
Yo tenía 14 y él 22… Al saber la intención de él, yo me sentí fatal, le perdí sentido a mi vida”
Miranda

Uniones tempranas: un problema que afecta a muchas niñas
La historia de Miranda refleja una situación que todavía afecta a muchas niñas en Guatemala. Según el estudio «Déjame ser una niña, no una esposa” de Plan International (2025), el 71.5 % de las entrevistadas dijo tener al menos un hijo y el 45 % se unió con hombres cinco o más años mayores. Estos datos muestran cómo factores culturales, económicos y sociales influyen en que las niñas asuman responsabilidades adultas antes de tiempo, limitando sus oportunidades y su desarrollo personal.
“Me arrepentí desde el primer día. Me arrepentí. Pero… yo ya estaba casada. Yo me voy con mi mamá. ¿Qué estoy haciendo aquí? Me decía (así misma),” recuerda Miranda.
Con el paso del tiempo, comprendió que esa situación la llevó a enfrentar muchas adversidades. Siendo aún una niña, Miranda se enfrentó a la maternidad: “Mi primer hijo nació cuando yo tenía 14 años, yo tenía, creo… 14 años cumplidos cuando me casé, digamos que a dos meses de haber cumplido 14 años, me casé.”
“Me arrepentí desde el primer día. Me arrepentí. Pero… yo ya estaba casada.
Mirada
Regresar para avanzar
Con el paso del tiempo, Miranda regresó a la casa con su madre. Ese retorno fue un punto de cambio en su vida. Empezó a involucrarse en actividades comunitarias, donde conoció nuevos temas que nunca antes habían estado a su alcance: higiene, derechos, protección y empoderamiento económico. “Empecé a abrir los ojos, a darme cuenta de lo que había vivido”, afirma.
Reconocer el valor propio
El momento decisivo llegó cuando Miranda comprendió que hablar de su historia la hacía más fuerte. Nombrar lo vivido la ayudó a mirarse de otra manera. “Aprendí a valorarme como mujer y a buscar nuevas oportunidades”, comenta con firmeza.
Ese cambio de perspectiva le permitió transformar su vida. Agrega, “Si una niña sigue estudiando, tendrá más oportunidades que yo no tuve”, dice convencida.
“Si una niña sigue estudiando, tendrá más oportunidades que yo no tuve”
Miranda

Construir un futuro distinto
Miranda es madre de tres hijos y trabaja cada día para darles un camino diferente. Ha iniciado un pequeño negocio con el que sostiene a su familia y planea ampliarlo y construir una casa propia. También, desea da un mensaje claro a niñas, niños, adolescentes y jóvenes: “El consejo que yo quiero darle a los jóvenes y a las señoritas, es que luchen por sus sueños, que estudien… que logren esas metas, no por los demás.”
Miranda, ahora con 24 años, busca una vida mejor para sus hijos, “ahora, no he tenido respuesta (cómo se siente). Solo sé que estoy bendecida de parte de Dios, tengo la ayuda de mis padres y estoy volviendo a soñar en un futuro, quisiera olvidar todo y empezar de nuevo con mi vida.”
Desde Plan International Guatemala fortalecemos las habilidades de las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes para que retomen o fortalezcan su proyecto de vida, por medio de la Escuela de Liderazgo, Red de Voceras, nos enfocamos en: autoestima, salud y bienestar, prevención e identificación de situaciones de violencia o vulneración de su integridad, participación ciudadana, influencia desde sus comunidades desde un enfoque de derechos humanos.
“El consejo que yo quiero darle a los jóvenes y a las señoritas, es que luchen por sus sueños, que estudien… que logren esas metas, no por los demás.”
Miranda
Conoce su historia completa…