Acción Humanitaria frente a emergencias por inundaciones
La historia de José, Susana y sus hijas refleja la resiliencia ante los desafíos que decenas de familias enfrentan ante las emergencias por inundaciones en El Salvador.

José y Susana junto a sus tres hijas: Nathaly, Rosmery y Sandra en su comunidad. © Plan International
Lluvias que afectaron a decenas de familias
Entre junio y julio de 2024, El Salvador enfrentó intensas lluvias que provocaron inundaciones, daños en viviendas, suspensión de clases y pérdidas en la agricultura. Muchas familias, especialmente de zonas rurales y costeras, se vieron afectadas. Ríos y quebradas se desbordaron, dejando comunidades incomunicadas y obligando a familias enteras a buscar refugio en albergues temporales. Fue en este contexto que la familia de José y Susana vivió de cerca los efectos de la emergencia.
“Se nos metía el agua por todos lados, el viento rompió las láminas y caía bastante agua”.
Recuerda José.
Cómo la tormenta impactó su hogar
José, Susana y sus tres hijas viven cerca de la costa en el departamento de La Libertad, una zona altamente vulnerable a emergencias causadas por inundaciones. Allí, su vida transcurre saliendo adelante con los oficios de José, que vende pan o trabaja en pequeños negocios, y las labores de Susana en el hogar. Las fuertes lluvias del año pasado golpearon con fuerza su comunidad, por lo que sufrieron daños en su vivienda. “Se nos metía el agua por todos lados, el viento rompió las láminas y caía bastante agua”, recuerda José. La tormenta no solo dañó su vivienda, también afectó la siembra de maíz que él también cultivaba. “La lluvia pudrió la semilla y hubo bastante pérdida”, añade.

Susana recuerda el temor de sus hijas cuando el techo se levantaba con la fuerza del viento. “Me decían: ¿mamá, nos va a caer la lámina”, cuenta. El encierro, la incertidumbre y la falta de ingresos por la suspensión de trabajos hicieron más dura la emergencia. El miedo no solo lo vivieron las niñas: “Hasta uno de adulto se asusta y se pone a pensar en el bienestar de todos”, añade José.
La experiencia de la familia de José y Susana muestra la importancia de la preparación comunitaria y del apoyo humanitario oportuno. Durante la emergencia, recibieron ayuda humanitaria por medio de tarjeta multipropósito que les permitió cubrir necesidades inmediatas de alimentos. “En el momento de la emergencia, nos informaron de parte de Plan que iban a entregar una tarjeta de supermercado y con eso pudimos canjear para comprar alimentos necesarios… Para nosotros fue de gran bendición que nos tomaran en cuenta en ese momento”, dice José.

Lecciones para el futuro
Un año después, las huellas de la tormenta siguen visibles: láminas rotas, pérdidas materiales y recuerdos difíciles. Pero también hay aprendizajes. Hoy, la familia se organiza mejor para enfrentar nuevas emergencias. Mantienen un botiquín a la mano, guardan los números de emergencia, realizan su plan familiar para emergencias y se aseguran de que las niñas estén abrigadas y con alimentos suficientes. “Nos vamos preparando para que el invierno no nos agarre de sorpresa como el año pasado”, asegura José.
Más allá de las emergencias, el futuro de sus hijas es su principal motivación. Nathaly, su hija mayor, estudia preparatoria y Rosmery, se prepara para iniciar el próximo año. Las niñas han recibido mochilas y útiles escolares gracias al modelo de patrocinio de Plan International, además que participan en los proyectos de la organización. Sus padres sueñan con que ellas tengan más oportunidades y no enfrenten los mismos riesgos que ellos vivieron.

La acción humanitaria y la resiliencia
Plan International trabaja de manera coordinada con el Sistema Nacional de Protección Civil, preparando a su personal y recursos para brindar respuestas efectivas y complementarias con el propósito de asegurar acciones para proteger a niñas, niños y sus familias. Desde la respuesta inmediata hasta la promoción de resiliencia comunitaria, para que puedan enfrentar los retos que deja los choques climáticos extremos.
La preparación, la solidaridad y el trabajo conjunto entre familias, comunidades y organizaciones son claves para enfrentar el futuro. Porque cada paso que fortalezca la acción humanitaria significa más niñas, niños y familias protegidas en medio de la emergencia.
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