Madre adolescente defiende a otras jóvenes a través de su testimonio

En Paraguay, miles de niñas, niños y adolescentes son víctimas del criadazgo, una práctica ilegal pero que está muy arraigada socialmente, donde niños, niñas y adolescentes de familias de escasos recursos son enviados a otros hogares para realizar tareas domésticas a cambio de alimentación, vivienda y educación.

En la mayoría de los casos, en lugar de recibir el cuidado y la atención que merecen, se ven obligados a trabajar largas horas y a asumir responsabilidades que están muy por encima de su capacidad y edad.

Este es el caso de Lili, de 17 años y madre de una niña de 4. Empujada por la difícil situación económica de su familia, su mamá tuvo que entregarla en situación de criadazgo a los 10 años. Dejó su casa, a su mamá y a sus hermanos en una compañía de escasos recursos de Naranjito, departamento de San Pedro.  Lili tenía 10 años cuando se fue a vivir con una tía en otra ciudad donde la falta de accesos y vulneración de derecho de los niños, niñas y adolescentes es también una historia repetitiva.

Lili con el juguete de su hija
Lili con el juguete de su hija

“Mi mamá pensó que era lo mejor para mí, ya que no podía mantener a todos sus hijos. Vine con la esperanza de tener una vida mejor, pero pronto todo se convirtió en una pesadilla», dice Lili. Su hermana, un par de años mayor que ella, también fue a vivir con otra tía y en otra ciudad, “era normal para nosotros ir a trabajar en casas ajenas”-, cuenta Lili.

Criadazgo y violencia sexual

En un principio todo parecía “normal”, pero a los 11 meses de hacerse cargo de las tareas domésticas de la casa de su tía, su primo comenzó a acosarla. Lili no sabía cómo reaccionar ante ello. Sentía miedo y vergüenza de esa situación extraña por la que atravesaba que luego, se materializó en abuso. Lili quedó demasiado impactada con este episodio. No supo cómo actuar.

«No podía confiar en nadie. Me sentía asustada y avergonzada, me sentía impotente. Tardé dos meses en contarle a mi tía lo que sucedió. Ella lo tomó mal, le reclamó a su hijo. Pero mi primo ni siquiera negó haberlo hecho. Solo dijo que estaba borracho esa noche. Después de eso volvió a amenazar con matarme por haberle contado a mi tía»

Poco después Lili descubrió que estaba embarazada y regresó a vivir con su madre. Juntas denunciaron el caso a las autoridades y la fiscalía emprendió acciones para localizar al agresor, pero hasta la fecha, el abusador sigue prófugo. Ya pasaron cuatro años. En el país, al menos dos niñas de entre 10 a 14 años dan a luz por día, según datos del Ministerio de Salud.

La hija de Lili coloreando
La hija de Lili coloreando.

A los cuatro meses de embarazo, la fiscalía dispuso que Lili debía mudarse a un refugio en la capital del país. A pesar de su resistencia, Lili fue separada de su madre y se vio envuelta en un proceso legal que califica como abrumador. «Fue muy difícil cargar con todo ese peso emocional”, confiesa.

«Fue muy difícil cargar con todo ese peso emocional«

Lichi

Sin embargo, poco a poco, comenzó a encontrar fuerzas para enfrentar su trauma y buscar la recuperación a través de mucho acompañamiento sicológico.

«A medida que mi hija fue creciendo, perdí el miedo. Ella me dio fuerzas y me mostró nuevos caminos. Pasé tres años en terapia psicológica para poder confiar nuevamente en los demás. Fue un proceso difícil, pero aprendí a amar a mi hija y a mí misma», afirma Lili.

A pesar de sentirse parcialmente recuperada, Lili todavía enfrenta momentos de angustia y rabia. “No quiero que mi hija se separe de mí ni un instante, vivo con el miedo de que le pase algo” asegura.

Alzar la voz para proteger a otras niñas y adolescentes

Cuando Lili volvió a su comunidad natal se unió a las iniciativas que Plan International lleva adelante en esa localidad, y ahora es una participante activa de las capacitaciones sobre paternidad y crianza positiva. Siente su historia como una motivación para alzar la voz y evitar que otras niñas sufran experiencias similares, en especial su hija.

Los proyectos de Plan International buscan mejorar las condiciones de vida de niñas y adolescentes de comunidades rurales que se encuentran en mayor condición de desprotección, buscando transformar esa realidad, aumentar los espacios para una educación integral en la sexualidad y sobre todo que vivan en comunidades libres de la violencia de género.

Lili retomó sus estudios y tiene el sueño de convertirse en profesora para proteger y empoderar a otras niñas y jóvenes «Quiero hablar y enseñar a niñas como mi hija para que hablen y que nunca tengan que pasar por lo que yo pasé”. Utiliza su voz con fuerza y valentía para hacer un llamado a la protección de los derechos de las niñas y construir un futuro mejor.

*los nombres de los protagonistas de esta historia han sido cambiados para preservar su identidad, así como también fue omitido o cambiado cualquier dato que pueda permitir la revelación de su ubicación exacta.

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