Dos hermanas sin acceso a la educación

En una lejana comunidad rural en Paraguay, dos hermanas, Pamela y Lichi, enfrentan obstáculos que les han negado el acceso a la educación y la identidad.

Pame, Lichi y su hermana menor.
Pame y Lichi con la hermana menor.

Pamela, de 21 años, vive con una familia de 10 hermanos en el departamento de San Pedro. Dejó la escuela en tercer grado porque no tenía documentación. Ella no tiene cédula ni existe registro de su nacimiento. Debido a un incendio en el registro civil su nombre no existe. No guarda más que una fotocopia de su certificado de nacimiento.

Intentó varias veces obtener alguna solución, pero desde el registro civil desconfiaban de la veracidad de esa fotocopia, dudaban de la legitimidad de que su padre fuera realmente quien la concibió y con la imposibilidad de su madre de acompañar el proceso, 21 años pasaron de la vida de Pamela sin que ella pudiera acceder al derecho legítimo de la identidad.

“Tengo miedo de tomar un bus o incluso de salir de mi comunidad porque en algún lado la policía me puede atajar y pedir documentos y no podré explicarles que por mucho que lo intenté, no tengo cédula”.

Sin contar con identidad desde hace 21 años, Pame no pudo asistir a la escuela, acceder a los servicios públicos de salud o a un trabajo digno no figuran dentro de sus opciones.

La deserción escolar en la vida de estas niñas se suma a la larga lista de vulneración de sus derechos que está abierta a cualquier tipo de violencia, partiendo desde el derecho más básico que es a la identidad.

Las labores del hogar ponen en jaque a la educación

Lichi, la hermana de Pame, tiene 15 años. Por falta de medios de transporte las hermanas debieron encargarse de los quehaceres en lugar de acudir a la escuela: lavar ropas, cocinar, limpiar mientras su papá trabaja en la chacra para conseguir el sustento diario “Hice hasta el noveno grado. Me gustaba la escuela. Se me daba bien el guaraní como materia, pero desde este año ya no puedo ir porque me queda muy lejos” cuenta Lichi.

«Hice hasta el noveno grado. Me gustaba la escuela. Pero desde este año ya no puedo ir porque me queda muy lejos”

Lichi
Camino de tierra
Un pequeño tramo del largo camino que deben tomar para llegar a la escuela.

Lichi hizo todo lo que pudo para no soltar su educación escolar “Antes pasaba por mí un compañero de clases que tiene moto, pero ahora su hermana también va a la escuela y tampoco tengo cabida con ellos”.

Las escuelas más cercanas de su hogar quedan a más de una hora caminando y para llegar deben atravesar múltiples peligros en el camino. Si Lichi fuera a la escuela en el turno de la mañana, para llegar a clases a las 7.30 am, tendría que salir de su casa alrededor de las 5:30 y caminar entre mandiocales, tierra roja y la oscuridad previa al amanecer. Si fuera por la tarde, de 1 pm a 5, el alba le caería en el camino y los peligros serían similares.

Abandono escolar

Según datos del Ministerio de Educación, entre el 2020 y el 2021 el abandono escolar fue uno de los más altos: 5,2%. Los índices de deserción señalan que son los adolescentes de 12 años en adelante quienes mayoritariamente abandonan la escuela. Se estima que alrededor de 103.000 adolescentes de 12 a 14 años no están estudiando, mientras que 140.000 jóvenes de 15 a 18 años tampoco van al colegio. La distancia y los problemas de transporte y movilidad para acceder a la escuela son los mismos que para acceder a un centro de salud, mercado, registro civil o cualquier otro servicio público en la vida de Lichi y sus hermanas.

Proyectos para el desarrollo comunitario

En la comunidad donde ellas viven, se llevan a cabo proyectos de desarrollo comunitario liderados por Plan International. En las comunidades rurales de Paraguay las niñas y adolescentes sufren las consecuencias de la desigualdad de género y la falta de oportunidades, por ello, los proyectos que se implementan buscan transformar la realidad de vulneración, aumentar los espacios para una educación integral y eliminar las barreras que limitan a las niñas.

Además, Plan International actúa como articulador para facilitar la llegada de los garantes de derechos, como el Estado, a comunidades remotas como la de ellas, buscando que se brinden los servicios y las oportunidades necesarias para el pleno desarrollo de los niños y niñas en situación de vulnerabilidad.

*los nombres de los protagonistas de esta historia han sido cambiados para preservar su identidad, así como también fue omitido o cambiado cualquier dato que pueda permitir la revelación de su ubicación exacta.

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