Una madre hondureña enfrenta la tormenta tropical Sara con valentía
protegiendo a su familia en medio de las inundaciones que afectaron a Choluteca.
En noviembre de 2024, la tormenta tropical Sara impactó la costa hondureña, causando severas inundaciones en Honduras. Más de 30,000 personas resultaron afectadas, según datos de la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO). En Choluteca, una de las zonas más golpeadas, el agua superó los dos metros de altura, dejando a miles de familias sin hogar ni acceso a servicios básicos.
Una de esas familias fue la de Eny, madre de seis hijos, cuyo hogar está ubicado a solo dos cuadras del mar. “Toda la casa se llenó de agua, todo el solar y hasta la cuadra estaba cubierta”, relata. Ante la falta de refugios, Eny, su esposo y otros dos familiares decidieron permanecer en casa, haciendo todo lo posible para proteger a los niños.
Viviendo la tormenta tropical Sara
Durante la tormenta, Eny y su esposo elevaron las camas con bloques de ladrillo para evitar que se mojaran. “Nos tocaba sacudir todo para arriba para que no se nos mojara”, recuerda. Sin embargo, los fuertes vientos desarmaron su frágil vivienda de nailon. “Mi casa se desarmó, pero como es de nailon se arma rápido… las paredes se despegan con el viento”, comenta Eny.
Enfermedades y escuelas cerradas tras la emergencia
Después del paso de la tormenta, el agua estancada trajo consigo un aumento de enfermedades respiratorias y gastrointestinales, sobre todo en la niñez. “Todos los niños tenían gripe”, cuenta Eny, reflejando una situación común en la zona.
Además, la educación se paralizó. Con caminos intransitables y centros escolares cerrados, muchas niñas y niños dejaron de recibir clases. “Los pasábamos en bicicleta o a pie a un lugar seco para que recibieran clases”, relata.

Reconstrucción con fe y esperanza
Semanas después, el agua comenzó a bajar, dejando a su paso destrucción y desolación. Casas dañadas, cultivos perdidos y familias luchando por reconstruir sus vidas con recursos limitados. “A lo que Dios quiera, Él va a mandar las ayudas que nos van a dar”, expresa Eny con esperanza.
La historia de Eny refleja la realidad de miles de familias hondureñas afectadas por fenómenos climáticos extremos. Su testimonio es un llamado urgente a la acción, la solidaridad y el compromiso para apoyar a las comunidades más vulnerables ante el cambio climático y las emergencias.