Construyendo un legado saludable, de una generación a otra

Paz, Ana and Hazel teniendo una conversación sobre la menstruación.
Paz, Ana and Hazel teniendo una conversación sobre la menstruación.

Hazel, Ana y Paz son tres generaciones de mujeres de una misma familia de Chalatenango, en El Salvador. Comparten el mismo hogar y están unidas por un vínculo maternal, pero hoy mantendrán una conversación intergeneracional sobre un tema del que no suelen hablar juntas: la salud menstrual.

Paz, mamá de Ana y Abuela de Hazel
Paz, mamá de Ana y Abuela de Hazel

Paz, 80 años

Como muchas mujeres mayores, Paz, de 80 años, no recibió ninguna educación sobre salud menstrual y su falta de conocimientos le hizo transmitir a su hija Ana muchos de los mitos con los que creció.

“Mi mamá me decía que cuando estaba así, no podía ir al río, porque el agua entraba por los poros y eso era malo” explica Paz. «Mi mamá me aconsejaba y me decía, que uno debe cuidarse para no sufrir después, no podíamos comer tomate, pescado, huevo, ni limón”.

En El Salvador, la menstruación se ha visto tradicionalmente como un tema que sólo concierne a las mujeres, que es sucio o incluso una enfermedad durante la cual las niñas y las mujeres deben esconderse. Los mitos y tabúes dificultan que las niñas hablen de su menstruación en casa o en la escuela. Algunos conceptos erróneos incluyen la necesidad de restringir la comida durante el periodo y de interrumpir todas las actividades.

Ana, hija de Paz y mamá de Hazel
Ana, hija de Paz y mamá de Hazel

Ana, 47 años

Ana, de 47 años, creció escuchando los consejos de su madre Paz, porque era la única información que recibía entonces. “Antes, las mamás no nos hablaban de eso porque ellas no recibieron información adecuada en su tiempo. Nosotras nos quedábamos con lo poco que escuchábamos en la escuela”.

Cuando se le pregunta qué solía hacer para controlar la menstruación, Ana explica: “Lo que hacía antes era coger ropa vieja que ya había lavado, la cortaba en tiras, las doblaba y las quemaba después. Ahora las tenemos siempre en casa. Me he acostumbrado a tenerlas ahí, esas toallas”.

Ahora Ana trabaja como promotora de salud en su comunidad y sabe más sobre salud menstrual, explica que aunque ha podido dejar atrás muchos de los mitos con los que creció, los viejos estigmas aún persisten.

«Aquí, en esta comunidad, hay chicas que no tienen el valor suficiente para ir a comprar compresas. ¿Por qué? Porque sus madres no les hablaron de ello, así que tienen miedo de decir: ‘mire señor, deme una compresa’. Sienten vergüenza», dice Ana.

Aquí en esta comunidad hay niñas que no tienen el suficiente valor de ir a comprar una toallita, ¿por qué? Porque a ellas las mamás no les hablaron de ese tema, sienten vergüenza.

Hazel, nieta de Paz e hija de Ana
Hazel, nieta de Paz e hija de Ana

Hazel, 18 años

Hazel, de 18 años, hija de Ana, explica que estaba mucho mejor preparada para su primera menstruación que su madre y su abuela, gracias en parte a un proyecto dirigido por Plan International en su comunidad.

“El poder de las mariposas rojas fue algo impactando para mi vida como niña”, dice Hazel. “A mi me enseñaron sobre mi cuerpo, empezaron a explicarme sobre mi primera menstruación, sobre mi ciclo menstrual, qué métodos puedo utilizar y cómo estar preparada para ese momento”.

El proyecto Mariposas Rojas, un programa educativo dirigido por Plan Internacional, ayuda a niñas, niños y adolescentes a aprender sobre el proceso menstrual y las cuestiones que lo rodean, como la salud sexual y el consentimiento. Una vez finalizado el programa, las participantes se convierten en Mariposas Rojas, es decir, alguien que conoce la salud menstrual y está cualificada para compartir sus conocimientos con otros miembros de su familia y su comunidad.

«Éramos un grupito de niñas y ese grupito de niñas fue tan especial, el confiar y el compartir ideas, cómo habíamos recibido nuestra primera menstruación, fue bastante bonito, eso fue un recurso increíble», dice Hazel. «Hablar sobre cómo nos sentimos en ese momento, del miedo que como mujeres vivimos, cómo las niñas a través de la menstruación pueden confiar en otra mujer”.

Proyecto Las Mariposas Rojas

El proyecto tiene como objetivo disipar los mitos sobre el período en un entorno en el que se anima a niñas y niños a ser abiertos sobre sus miedos y sentimientos. Desde que se estableció el programa en 2019, 325 adolescentes y 75 familias de 17 comunidades diferentes de todo El Salvador han completado el curso de tres meses Mariposas Rojas. (Se eligió la palabra mariposa como símbolo de fuerza y libertad y la palabra rojo simboliza el ciclo menstrual).

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