“Una vive con el miedo de que nos pase algo o que les pase a nuestros hijos”

Fernanda* tiene 25 años y es de Honduras. Se vio obligada a salir de su país con su pareja y sus tres hijos debido a amenazas. En su país tenía un negocio de comida, pero un grupo criminal le exigió una cuota que no pudo pagar. «Llegaron a cobrarme la cuota y les dije que no tenía. Se pusieron agresivos, me hirieron, hirieron a mis hijos», relata Fernanda. Le dieron un ultimátum para conseguir el dinero, pero decidió salir del país con su familia. «Me tocaba pagar 3,000 y pues yo no tenían el dinero. Por eso decidimos salir, agarrar los papeles de los niños e ir a la frontera más cercana.”
El camino ha sido difícil. «Tomamos las balsas, luego nos asaltaron, nos ha tocado pedir, nos han tocado muchas cosas de sufrimiento». Durante varios días durmieron en la calle hasta que una mujer les ofreció alojamiento. «Nos quedamos durmiendo en la calle cuatro días, hasta que conocimos a una señora que nos dio alojamiento».
«Nos quedamos durmiendo en la calle cuatro días»
Fernanda, 25 años.
Sobrevivir en el trayecto
Para muchas mujeres, niñas y niños, el trayecto migratorio es un riesgo constante. La violencia de género, la trata de personas y los abusos son amenazas diarias. «Las mujeres sufrimos mucho en el trayecto. Una vive con el miedo de que nos pase algo o que les pase algo a nuestros hijos». Las redes de trata y explotación se aprovechan de la vulnerabilidad de quienes viajan sin documentos y sin apoyo. “Lo más difícil que ha sido aguantar todo el trayecto y que pues pensar y con miedo de que alguien nos venga siguiendo”, menciona Fernanda.
«Las mujeres sufrimos mucho en el trayecto. Una vive con el miedo de que nos pase algo o que les pase algo a nuestros hijos»
Fernanda, 25 años.
En el trayecto ha sentido miedo e inseguridad. «Básicamente vengo huyendo. Estoy insegura de que lleguen a reconocerme y digan que yo estoy acá». El contexto de inseguridad en la ruta también afecta a los niños, niñas y adolescentes. La falta de acceso a refugios seguros y apoyo humanitario adecuado agrava la situación de las familias en movilidad.
Ahora el deseo de Fernanda es establecerse en México y reconstruir su vida en un lugar donde pueda sentirse protegida junto a sus hijos. Ha recibido asistencia humanitaria de Plan International, lo que le ha permitido adquirir insumos de primera necesidad. «Ahorita me he sentido bien gracias al apoyo que Plan International me ha dado». Sin embargo, su mayor anhelo sigue siendo que sus hijos puedan tener una vida mejor, con acceso a educación y oportunidades que les permitan un futuro más seguro. «Lo que quiero es que mis hijos tengan mejor vida, que puedan estudiar».
*Nombre cambiado por motivos de protección.