“Queremos una vida segura para nuestro hijo”, la historia de Rebeca y Daniel, personas refugiadas en México

Rebeca*, de 22 años, y Daniel*, de 25 años, son una joven pareja cubana que llegó a México buscando seguridad y un futuro para su bebé. En el marco del Día Mundial de las Personas Refugiadas, su testimonio permite visibilizar los desafíos que enfrentan muchas personas refugiadas al llegar a un nuevo país.
Una salida forzada
Ambos, aseguran, dejaron Cuba por la difícil condición de vida que tenían. “Tuvimos que salir a la fuerza”, explica Daniel. Rebeca, estaba embarazada de ocho meses y juntos decidieron buscar un lugar más seguro y con mayores oportunidades para su hijo.
Su camino fue difícil. Llegaron a Nicaragua con apenas 100 dólares y, pese al embarazo avanzado, comenzaron a trabajar inmediatamente para poder seguir su camino hacia México. “Lo más difícil fue cruzar la frontera caminando. Caminé kilómetros con casi nueve meses de embarazo. Sentía que se me salía el niño”, recuerda Rebeca.
“Lo más difícil fue cruzar la frontera caminando. Caminé kilómetros con casi nueve meses de embarazo. Sentía que se me salía el niño”
Rebeca, 22 años.
Violencia y discriminación
Durante su tránsito, enfrentaron extorsiones e incluso negligencia médica. “En el hospital me mandaron tres veces a la casa, a pesar de estar con dolores y botando líquido. Si no es por un ultrasonido que me hicieron, no me ingresan”, cuenta Rebeca. Daniel recuerda ese día con angustia: “Cuando ella ya estaba ingresada, estuve casi un día sin saber de ella. A las 11 ya había nacido el bebé y me vinieron a decir hasta la 1 de la tarde”.
En el hospital me mandaron tres veces a la casa, a pesar de estar con dolores y botando líquido. Si no es por un ultrasonido que me hicieron, no me ingresan”
Rebeca, 22 años.
Durante su proceso de integración en México, la familia ha enfrentado distintos tipos de discriminación, tanto en el acceso a servicios como en espacios laborales. Aunque han logrado ejercer sus derechos, en varias ocasiones se encontraron con rechazos y actitudes poco empáticas por parte de instituciones y empleadores. La falta de información clara, la necesidad de insistir para ser atendidos y el trato diferenciado por su nacionalidad reflejan los retos adicionales que enfrentan las personas refugiadas en su camino por construir una vida digna y segura.
Un nuevo comienzo

A pesar de todo, también han encontrado apoyo. Gracias a una referencia de otra persona en movilidad, conocieron a Plan International México. “Nos ayudaron con la renta, con alimentos, medicamentos, y, sobre todo, con el registro del bebé y el proceso de residencia. Esa asesoría, ese acompañamiento, nadie más nos lo dio”, señala Rebeca.
«Esa asesoría, ese acompañamiento, nadie más nos lo dio”
Rebeca, 22 años
Ese respaldo ha sido clave para que puedan empezar a estabilizarse. “Ahora que tenemos la residencia, eso nos da tranquilidad para caminar por la calle y buscar trabajo. Aunque todavía hay lugares que no aceptan extranjeros”, comenta Daniel.
Hoy, la familia tiene planes de mudarse a otra ciudad en México. “Nos han dicho que es una ciudad tranquila, y queremos una vida segura para nuestro hijo”, dice Daniel. Aunque solo él trabaja por ahora, piensan inscribir al bebé en una guardería para que ambos puedan aportar a su hogar.
Rebeca resume su mayor anhelo con claridad: “Nuestro propósito siempre ha sido darle estabilidad económica a nuestra familia y también poder ayudar a los que se quedaron atrás en Cuba.”
*Nombre cambiado por motivos de protección