Amina* es una adolescente de Afganistán. Su vida dio un giro cuando las restricciones a las niñas cambiaron todo, y hoy sueña con un futuro lleno de oportunidades.

Amina* tiene 16 años y es originaria de Afganistán. Hace cuatro años salió de su país junto a su mamá, su papá y sus dos hermanos. Desde entonces, han recorrido miles de kilómetros en busca de un lugar seguro en donde poder estudiar, trabajar y construir su futuro.
“En Afganistán las chicas no podemos estudiar después de sexto grado. Los chicos sí, pero las chicas no. Tampoco podemos trabajar. Tenemos que cubrirnos todo el cuerpo con el hiyab. Además de eso está la guerra y los talibanes, por eso salimos de nuestro país”, cuenta Amina.
En Afganistán las chicas no podemos estudiar después de sexto grado. Los chicos sí, pero las chicas no.
Amina*, 16 años.
Las restricciones impuestas a las mujeres transformaron su vida por completo. Las niñas fueron expulsadas de las escuelas, las mujeres de los espacios públicos y las familias vivían bajo un miedo constante. Para Amina, dejar su país fue difícil, pero también la única posibilidad de tener un futuro diferente.
Su familia llegó a Brasil, donde permanecieron poco más de un año. “Cuando encontramos la oportunidad de venir a México, salimos. Nuestro camino fue muy difícil. Caminamos más de veinte días. A veces sin comida. Pero llegamos”, recuerda.
Sin escuela, sin futuro

Desde hace un año viven en el sur de México. Aunque el proceso para regularizar su situación migratoria ha sido largo y complicado, Amina y su familia se sienten agradecidos de estar a salvo. “Aquí tenemos comida y estamos seguros, pero quiero estudiar. Sin escuela no hay futuro”, explica. La adaptación no ha sido fácil, han tenido que acostumbrarse a un nuevo idioma, una cultura diferente y la espera constante de la resolución de su solicitud de refugio.
Aquí tenemos comida y estamos seguros, pero quiero estudiar. Sin escuela no hay futuro
Amina*, 16 años.
Amina quiere regresar a la escuela y recuperar el tiempo perdido. “Quiero ir a la universidad y ser doctora, cirujana del corazón. Me imagino ayudando a las personas enfermas”, comparte. Para ella, la educación no es solo un derecho, sino la herramienta que le permitirá construir un futuro donde pueda cuidar de otros y superar las barreras que enfrentó en su país.
Amina conoció a Plan International durante un evento en el que su familia fue referida para recibir apoyo. “Recibimos una tarjeta de alimentos y ayuda con nuestro caso en COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados). Con eso podemos comprar comida”, comenta. Este acompañamiento les ha permitido cubrir necesidades básicas mientras continúan con su proceso migratorio, además de brindarles orientación y confianza para planear su futuro.
Nuevos comienzos

Mientras espera la resolución de su solicitud de refugio, Amina mantiene vivo su sueño y su determinación. “Cuando tengamos la residencia, queremos ir a otra ciudad. Mi papá trabajará allá y nosotros iremos a la escuela.” Para ella, cada paso que dan representa la posibilidad de una vida más segura, digna y con oportunidades de prosperar.
Mi papá trabajará allá y nosotros iremos a la escuela.
Amina*,16 años.
A través del proyecto Guardians of Children, financiado por la Fundación Humanitaria Khalid bin Sultan Al Qasimi, Plan International México trabaja para proteger a niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad. El proyecto crea espacios seguros, brinda apoyo psicosocial y servicios de gestión de casos para niñas, niños y familias con necesidades específicas de protección. De esta manera, les ayuda a acceder a servicios esenciales, recibir apoyo emocional y conocer sus derechos. Asimismo, promueve la participación comunitaria para prevenir la trata de personas y otras formas de violencia, fortaleciendo la protección y el bienestar de la niñez en contextos humanitarios.
*Nombre modificado por motivos de protección.